27 de marzo de 2017

Capítulo 75

En el cuerpo del mensaje se lee “ABRE EL FICHERO ADJUNTO Y LLÁMAME CUANDO LO HAYAS LEÍDO POR LA LÍNEA SEGURA”.
Máximo abre el informe y hace un escaneo rápido por las 3 páginas. Lo que lee lo deja perplejo. No da crédito <<lo he tenido que leer mal>> piensa mientras se sienta a leerlo con calma.
El informe confirma las sospechas de que el tío de Palmira y Nara fueron envenenados. La autopsia no arroja lugar a dudas.

Por otro lado, se ha identificado a la persona de las fotos que aparecen en el pendrive que se encontró entre los escombros del despacho de Levi. Es Andrey Záitsev, el lugarteniente de Viktor Iliescu. Sustituyo a Viktor en sus negocios mientras éste estuvo preso y hasta  que consiguió escapar de Nanclares, la cárcel española de máxima seguridad.
La prueba del ADN de Martin (extraído de los restos encontrados en el coche que conducía cuando estalló la bomba que acabó con su vida) y de Andrey ha dado positiva. El informe establece que son hermanos. <<Esto explica el parecido físico entre ambos>> piensa Máximo.
El informe también explica que se han realizado estudios genéticos con las personas fallecidas en el caso Caelum. Los resultados son sorprendentes y Máximo no se lo termina de creer. Los padres de Martín y Andrey son Isaac y Razzi. Las pruebas se han repetido 3 veces obteniendo los mismos resultados. Está 100% confirmado.
Máximo no entiende nada, cada vez estaba más confuso “Palmira, Nara, Martín y Andrey eran hermanos o hermanastros, ¿cómo era posible?” dice en voz alta. Sabe a ciencia cierta que Palmira ha descubierto la existencia de Nara recientemente y que ni por lo más remoto se imagina que tiene 2 hermanos más.
Inmediatamente llamó a Robles a través de la línea telefónica que le habían habilitado desde el portátil. Posteriormente tuvieron una videoconferencia que duró toda la tarde con los agentes de Europol implicados en el caso para definir la mejor estrategia a seguir teniendo en cuenta los nuevos acontecimientos.
Ya era noche cerrada, de hecho era casi medianoche, cuando decidió cerrar el portátil y llamar a la recepción para que le subieran un plato de pasta “vermicelli con le vongole” y una botella de agua con gas. Mientras llegaba el pedido salió a la terraza a ordenar las ideas. Las vistas desde su habitación no podían ser más bonitas, con los edificios al otro lado del Gran Canal tenuemente iluminados y las góndolas con sus farolillos que iluminaban discretamente a las parejas que disfrutaban del paseo en barco.
Por unos minutos se relajó y disfrutó del momento.
En ese mismo instante, a 160 kilómetros de distancia en Trieste, a poca distancia de la frontera con Eslovenia y a 25 km. de Croacia, Palmira se despierta gritando. Macarena se despierta sobresaltada. La habitación está totalmente a oscuras. De repente se abre la puerta y entra uno de los secuestradores que da la luz. Macarena le pide una infusión de tila y un sedante para relajarla. El secuestrador cierra la puerta dejando la luz encendida.
Palmira va recuperando poco a poco la serenidad y le cuenta a Macarena que ha tenido una pesadilla horrible. Esta vez no era con los extraños personajes que, cada vez con mayor frecuencia, la visitaban en sueños por la noche. Esta vez ella estaba en un quirófano improvisado y la estaban interviniendo. No reconocía a nadie, la imágenes eran borrosas, era como si estuviera sedada, pero oía con claridad el llanto fuerte de un bebé.
“Creo que estoy embarazada, Macarena, pero… es imposible.” “La última vez que lo hice fue con Máximo cuando todavía éramos novios en Sevilla”.
Macarena busca en el bolso un pañuelo de tela para secar las lágrimas de Palmira que le recorren las mejillas, y de repente se da cuenta de que en el bolso tiene la carta que Razzi envío a Palmira, a través del abogado. No recuerda cómo ha llegado la carta a su bolso. <<Supongo que la metí en el bolso cuando estaba hablando con Máximo y la línea se cortó. Mañana sin falta, si Palmira está mejor, se la voy a dar. Le aclarará algunas de las dudas que le impiden dormir por la noche. Ahora no es el momento. Es importante que se relaje, descanse y duerma unas horas antes de que amanezca>>.
La puerta se abrió de nuevo, el mismo hombre sin decir una palabra dejó en la mesa una infusión, un vaso de leche caliente, un par de magdalenas y una tableta de diazepam. <<¡Qué considerado para ser un secuestrador! Mañana, si no aparecen sus compañeros, intentaré sonsacarle dónde estamos y  que pretenden>>.
Le dio a Palmira un diazepam con el vaso de leche, la obligó a comerse media magdalena y la abrazó hasta que se quedó dormida.


By Lastrum
Lastrum

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