9 de marzo de 2017

Capítulo 57

Quedaban 5 días para la apertura del testamento de los Caelum y Máximo no estaba seguro de que Palmira estuviese lo suficientemente recuperada como para asistir a ella. Debía convencer a los abogados para que lo retrasaran una semana más y, de esta forma, ir ganando tiempo no solo para su recuperación sino también para investigar algunos puntos que le parecían oscuros sobre la explosión producida en el Palazzo.

Oficialmente estaba muerto y no debía dejarse ver por la ciudad más de lo estrictamente necesario. Estaba obligado a pasar totalmente desapercibido por su seguridad y la de Palmira. Pasaba la mayor parte del día en el hospital pendiente de la mujer a la que amaba y mantenía contacto permanente, vía telefónica, con la comisaría de policía del barrio de Santa Croce donde la Europol había instalado a sus agentes debido a que era el único barrio por el que se podía circular en  automóvil, lo que facilitaba un acceso rápido en caso de necesidad.

-¿Teniente Cervino?

-Al aparato

-Soy el teniente Alonso. Necesito que se ponga en contacto con el Studio Legale Caddeu & Associato y concierte una cita con Berto Berdardi para mañana por la mañana. Recuerde que no debe mencionar mi nombre real. Solamente dígale que Bruno Manzotti necesita verle. Él sabrá a qué se está refiriendo.

-¿Le cito en la comisaría?

-No. De momento no creo que sea buena idea aparecer por allí. Mejor cítele en el hospital. Pida una cita a nombre del abogado para la consulta del Dr. Manzotti y comuníquele en la llamada que ya dispone de los resultados de sus análisis y que es necesario que hable con él. No dé más explicaciones, los teléfonos del despacho de abogados podrían estar intervenidos.

-Así lo haré, teniente.

La carta que habían entregado a Palmira dos días antes aún permanecía sin abrir sobre la mesilla de noche. No consideraba que ella estuviera en condiciones de leerla y pensaba que era preferible esperar un par de días más para que pudiese enfrentarse a ella con más fuerzas. Estaba seguro de que su contenido no tenía que ser agradable.

Miró el reloj, eran las 10:50. Faltaba alrededor de media hora para que los doctores pasasen visita. Se sentía cansado, cerró los ojos y se dispuso a dormir unos minutos.

El sonido de su teléfono le despertó bruscamente. En la pantalla pudo leer el nombre de Robles.

-Dígame, mi capitán.

-Alonso, necesito verle de inmediato. Tenemos algo que nos ha hecho llegar la policía judicial y que es necesario que lo vea. Se trata de un pendrive encontrado dentro de un pequeño maletín entre los escombros del despacho del señor Caelum.

-¿Ha podido abrirlo?

-No todos los archivos. Los informáticos de la comisaría están trabajando para poder desbloquear la clave que protege a la mayoría de ellos. Me temo que estamos ante algo extremadamente grave y que, por lo poco que hemos podido ver, podría comprometer a políticos, obispos y empresarios, no solo italianos. Alonso, me temo que estamos ante una red mafiosa profundamente arraigada en toda Europa y quizás podría ir más allá.

-¿Con implicación directa de los Caelum?

 -Eso aún no lo sabemos a ciencia cierta, pero la familia podría ser una mera víctima de la organización.

-Entiendo

-Prepárese para salir. Justo detrás del hospital hay una parada de vaporettos. En dos horas le recogerá una lancha y le llevará a la isla de Murano. Nos veremos a la entrada del Museo del Vidrio a las 13:00 horas.

-Allí estaré, mi capitán.


By Ícaro
Ícaro

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